Empieza el día, se repite abrir los ojos, estirarse y saltar al baño, depende la zona y la historia, una palangana, regadera, ducha o gym para iniciar.
josé con agenda y celular en mano sale al chance confiado en que Pedro ya chequeó las llantas y el agua del carro.
Pedro piensa, mientras ve salir al patrón, que hace falta un milagro para que los nenes al regresar de la escuela tengan pan y leche antes de dormir y ojalá haya para ellos allá refacción escolar.
Un montón de contrastes llenos de esperanza, más dulce o temerosa según el caso, mezcla de planes, deseos, cólera y oración. El besito de adiós e inicia el día.
Nada volverá a ser como antes. Subió al techo y como ayer había llovido, dispuso mover cachivaches que hacía rato estaban amontonados, quitó basura y dejó correr el agua. Estaba resbaloso, se agarró de un alambre y todo se puso rojo. No supo más.
Confundido quisiera regresar el tiempo y saber que no debió agarrarse de ese alambre. Tenía que trabajar, no quedaba otra.
Al final del brazo contempla un vendaje en lo que la seño dice, es un muñón.
Nada volverá a ser como antes. Arrancó y al llegar a la cita supo que tenían que tomar decisiones. Recortar la planilla, bajar costos, reducir el tamaño y despachar ofertas.
Recordó que tenía que hacer la transferencia en dólares para la universidad e incluir en la agenda la reunión con papás para planear la graduación. De pronto el dolor en el pecho fue más fuerte y todo se puso rojo. No supo más.
Confundido quisiera regresar el tiempo y saber que no debió afanarse en correr, ganar, lucir. Tenía que trabajar, no quedaba otra. Al final está conectado a oxígeno, suero y un montón de aparatos.
Ambos seres humanos idénticos, con realidades diferentes. El primero, después de tres semanas logró ser atendido, pero perdió la mano.
No había recursos y por más que se quería ayudarlo, no se pudo. Se logró salvar el brazo, pero su vida cambió para siempre. Triste, confundido, no lograba siquiera imaginar cómo haría para salir adelante, para proveer a sus hijos.
Su sueño era solo que los patojos estudiaran, que no tuvieran las mismas penas que él pasó. Ahora todo se había quemado junto con los tendones que le dijo el doctor que estaban muertos. Cerró los ojos y quiso creer en milagros. Deseó tener manos para hacerlos. Con la que le queda hará.
Ambos seres humanos idénticos, con realidades diferentes. El segundo, después de tres semanas, quería hacer cambios. Su propósito era cuidarse más, portarse mejor. Dieta, ejercicios. No más parranda.
Del trabajo a su casa y de la casa al trabajo. Dedicarse a su esposa y los nenes. Bajar revoluciones y de repente no lucirse tanto.
Abrió los ojos y quiso creer en milagros. Estaba en sus manos hacerlos.
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