Ahora toca hacer que cada segundo y centavo cuenten, toca animar y animarse para tener mente clara y funciona respirar, suspirar, dolerse y seguir adelante.
Jesús sintió el abandono de Dios clavado en la cruz; no le llamó Padre o Abba, sino dijo: “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” experimentó derelicción, que según el Diccionario de la Lengua Española, es abandono de una cosa con ánimo de poner fin a la propiedad que se ostentaba sobre ella. Así se siente a veces, pero no es lo mismo ahora. Es un momento de ansiedad y estrés que debemos transformar en energía para crear, optimizar y trabajar con entrega y equilibrio.
El tiempo es para accionar. Detenerse solo a pensar antes de actuar y hablar. No hay mucho espacio para buscar aprobación. El reto es grande y probablemente tengamos que acostumbrarnos a que los perros ladren, como le dijo el Quijote a Sancho, deja que ladren porque significa que avanzas.
De nuevo hay que confiar, pero exigir hechos y datos, evidencias objetivas de planes, propuestas, necesidades y recursos a invertir.
Construir confianza para que la comunicación destape lo que deba extirparse. Aceptar los ataques con ecuanimidad y analizar las respuestas para que sirvan de catalizadores y fuente de soluciones a la vez.
No permitir que el ego crezca es un reto hoy. El ego y la culpa deben entretenerse con trabajo. Platicar con ellos de madrugada para también conminarlos con autoridad y decirles que es tiempo de crecer y soltar vanidad y reactividad.
Aprendamos de Jesús en sus últimos segundos de vida terrenal y encomendemos nuestros espíritus al Padre para que quienes somos en el mundo vivamos para hacer su voluntad que siempre será buena, perfecta y verdadera.
Es momento de confiar. Si se falla, no hay que dejar que la culpa ataque la conciencia. Es tiempo de inventarios y acciones diarias; de cambio de rumbo. Porque Dios sigue vivo y responde. Anima y nos dice, hay vida, hay tiempo, hay cómo. No es lo mismo de antes. Somos nuevos todos. El título permanece, las funciones y acciones del perfil son iguales. Pero los corazones y cerebros renovados están dando pasos firmes para contar bendiciones.
Priorizar es un remo y decidir es el otro. La barca navega en aguas bravas, pero la tripulación mantiene en el horizonte, como visión la esperanza clara del compromiso que se hizo en enero.
Hagamos contacto con la realidad; no contaminemos el presente con el pasado; aceptemos el dolor, pero sobre todo, como escribió José Rodríguez, unámonos en una visión positiva del futuro.
Dios sigue vivo y responde. Anima y nos dice, hay vida, hay tiempo, hay cómo. Somos nuevos todos. Priorizar es un remo y decidir es el otro. La barca navega en aguas bravas, pero la tripulación mantiene en el horizonte, como visión la esperanza clara del compromiso que se hizo en enero.
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