Érase una vez un país con ganas de prosperar. Había perdido confianza. Permaneció quieto, callado y a ratos agresivo; pero decidió y volvió a confiar.
Se cerró por un tiempo, fue tímido, cuidadoso, pero callado y violento. No se sentía amado, no había respeto entre su gente. El miedo imperaba como una emoción con vida propia. Gobernaba hogares, familias, acciones. Era el miedo el que regía para tomar decisiones y organizar agendas.
Hubo un alto en el camino, se decidió despertar. Poner alto a las pesadillas. Ya no más descuido, culpa o sabotaje. Fue importante establecer un objetivo y recordar el diseño original que tuvo: la tacita de plata, el país de la eterna primavera; el paraíso donde Dios dejó el ombligo cuando todo fue creado. Ese es su ser original.
Ese país sigue vivo, talvez dormido, como cuando dejamos la pierna en alto y no logramos que se mueva, aún con hormigueo del pasado, sin circulación total, pero sano y consciente de que es momento de restaurar la circulación. Urge circulación no de sangre, sino de valores, creencias positivas; esfuerzo y trabajo como acciones vitales para que Guatemala despierte.
La memoria es importante, para no repetir errores. Guatemala está presente, solo hay que dejar que despierte. Quitar de encima la basura emocional, limpiar entornos de corrupción. Poner al día las cuentas; que impere la ausiteridad y el miedo se haga a un lado, para que con pasos firmes, inciemos un desarrollo integral, en el que todos tengamos un lugar, un pan, sueños bonitos y mucho que aprender.
Los niños en las escuelas, con la clara convicción de que son los más hermosos del mundo, por dentro por fuera. Retomar nuestros tesoros, empezar por los chiquitos, que sepan y crean que son hermosos, por dentro y por fuera. Que se priorice lo de ellos. Trabajar con los mayores, jóvenes, adultos y ancianos. Confrontar que hay pendiente en sus espacios y qué le toca a cada uno construir y trabajar en ello.
Es importante dar pasos: levantarnos, despertar. Romper bloqueadores mentales y emocionales, para aprender a querernos. Si, cariño por nuestra gente, la cercana y conocida, el de allá y quien no sé su nombre. Aprender a armar equipos honestos, y jalar parejo.
Construir confianza, comunicarnos, directo, claro y al grano, pero también con respeto y cortesía. Dar el mensaje completo es el primer paso para respetar a la gente.
El desarrollo humano integral es la meta, el resultado esperado de autoestima nacional. Integral porque debe proyectarse en evidencia objetiva de mejora de las cinco dimensiones que merecemos cuidar, asegurar y cultivar: física, intelectual, emocional, espiritual y económica de las personas.
¿Cómo? Autoestima de nación, nutrición emocional. Conscientemente querernos, aunque no lo sintamos tanto. Crear memes de lo que será el presente y el futuro, hasta que los transformemos en verdades.
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