sábado , 23 noviembre 2024
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La educación transformadora (II)

La alienación consiste en imposibilitar al alumno a que piense, porque con ello se convierte en sujeto cuestionador.

Enseñar a manejar formas y no contenidos, dentro del proceso educativo, posibilita la apertura a lo nuevo y, al mismo tiempo, aleja al educando de criterios etnocéntricos y cerrados en los que se asimila lo propio, sin contemplar lo ajeno. Los ejemplos circunstanciales tienen la limitante, que circunscriben lo enseñado a lo nativo, sin la posibilidad de interpretar otras modelos culturales.

El aspecto ideológico, y dentro de este en particular el religioso, influye en los individuos, cobrando nuevamente valor lo expresado por Karl Marx cuando dijo: “La condición de clase determina la forma de pensar de los individuos”. Sociedades donde los mitos, la religión, las creencias forman parte del imaginario colectivo, no permiten que nuevos criterios aparezcan y sirvan de orientación a esas personas.

Forma de pensar moldeada por el sistema, que a su vez, se sirve de la educación oficial y de los medios de comunicación para difundir y continuar teniendo vigencia. La alienación consiste en imposibilitar al alumno a que piense, porque con ello se convierte en un sujeto cuestionador que pregunta, inquiere, busca el porqué de lo que se le enseña.

Con ello, la educación bancaria se fortalece por medio de un modelo mecanicista de educación, en donde se masifica al estudiante sin que este se percate que se está convirtiendo en un engranaje más del sistema. De un modelo educativo, en el que se imponen criterios y se espera de los alumnos la obediencia.

Aprender no significa asimilar correctamente lo que se enseña, pues los contenidos que se enseñan pueden estar equivocados y contrarios a la armonía social, vital en todo proceso de desarrollo. De ahí que sea labor del aprendizaje, el conformar una visión crítica sobre las cosas que se asimilan, teniendo la valentía y libertad de
escoger lo que es digno de ser aprendido y lo que merece ser desechado, a partir de un análisis reflexivo y crítico.

La educación debe transformar a cada individuo como sujeto capaz de cuestionar el sistema, aportando una visión crítica sobre la sociedad, sobre la cultura, a partir de un comportamiento ético. Debe dotar de herramientas para el ejercicio de la libertad. Krishnamurti decía: “Los gobiernos quieren técnicos eficientes, y no seres humanos, porque los seres humanos son peligrosos para los gobiernos, así como también para las religiones organizadas. Por esto, los gobiernos y las organizaciones religiosas buscan el dominio sobre la educación”.

La educación debe transformar a las personas no solo para tomar conciencia de la realidad y convertirse en sujetos de cambio, sino también, con sus actos, devolver la humanidad, que en los actuales momentos se encuentra en peligro, a punto de fenecer.

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