Para lograr un accionar eficiente en las personas se les debe dotar de oportunidades. Es decir, propiciar que las circunstancias les sean favorables.
Liberar a todas aquellas conciencias dóciles y alienadas que históricamente han sido adormecidas, constituye una tarea difícil en países donde el interés primordial radica en fortalecer el consumo y la ignorancia. Solamente a través de una actitud crítica y reflexiva por medio del buen sentido es que se puede emancipar a las personas de la cosificación de la que han sido objeto por mucho tiempo.
Pero todo logro no se puede alcanzar si las situaciones son adversas, ya que el ser humano es, como acertadamente lo señaló Ortega y Gasset, él y su circunstancia.
No se puede desligar a las personas del horizonte en el que actúan, y este puede ser favorable o desfavorable a sus aspiraciones. De ahí que para lograr un accionar eficiente en las personas se les debe dotar de oportunidades. Es decir, propiciar que las circunstancias les sean favorables.
Un ser sin o con escasas oportunidades incuba frustración, lo que genera tensión, que unida a su naturaleza agresiva, se traduce en un comportamiento violento. Antes de exigir un pensamiento lúcido y reflexivo, al margen de la frustración, se deben satisfacer las necesidades básicas de todo individuo, dotándolo de las oportunidades para su desarrollo. Hecho que en muchos países está lejos de ser una realidad.
Sentar las bases para una educación transformadora que, más que enseñar contenidos, dote de herramientas para pensar, debería ser el esfuerzo de todos aquellos que deseen un mundo libre de injusticias, de pobreza de entendimiento y alienación. Educación que libere a través de la duda, del cuestionamiento y del deseo de conocer y atreverse a pensar.
El auténtico conocimiento se adquiere a partir del ejercicio ético, y este necesariamente requiere del conocimiento para nutrirse de valores humanos y del instrumental teórico para su desarrollo. Así, conocimiento y ética se convierten en sabiduría necesaria para la preservación humana.
El buen sentido que, por causa de fuerzas oscuras, de individuos perversos, no es lo mejor repartido en el mundo, puede derivar un pequeño inconveniente: ser la causa del exterminio de nuestra especie y con ello, también de aquellos que se empecinan en que eso no sea más que una utopía. Sapere aude, atrévete a pensar, deberá ser la consigna de aquellos que confíen en la superación humana dentro de un mundo libre de miseria e injusticias.
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