sábado , 23 noviembre 2024
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La justicia

Las multitudes que no se constituyen como sujetos críticos son fácilmente manipulables.

En el mejor de los casos los Estados se fundan para preservar las garantías individuales y fortalecer el bien común. Para ello, se necesita construir un conjunto de normas que determinen los derechos y obligaciones para cada persona. De ahí que el establecimiento de un orden requiere del cumplimiento de normas que promuevan la cohesión social y, desde luego, no propicien la discordia.

Aristóteles señalaba: “Todo Estado es, evidentemente, una asociación, y toda asociación no se forma sino en vista de algún bien”. Max Weber agrega que el Estado se define mediante dos elementos: la función de ocuparse de la prestación de los servicios públicos y del monopolio legítimo de la fuerza. Pero esas dos funciones pervierten el ordenamiento del Estado si no tienden a preservar la justicia e igualdad de todos ante la ley. Así, por ejemplo, para Bastiat: “El Estado es la gran ficción a través de la cual todo el mundo se esfuerza en vivir a expensas de todo el mundo”. El ente regulador de las acciones de los miembros de una sociedad debería tender a la justicia, como lo señaló Platón. Los Estados históricamente determinan relaciones de poder, son los grupos hegemónicos los que establecen el ordenamiento jurídico a de seguir. Consecuentemente, no necesariamente un orden legal determina un orden justo. Las leyes también pueden ser tiránicas y someter a las personas a un sistema perverso.

La convivencia en sociedad busca, dentro de su deber ser, la justicia. De ahí que las normas y leyes de convivencia deben mantener un orden justo, lo que significa que cada quien debe estar en el lugar que le corresponde y se le dé lo que le corresponda. Pero cuando un sector se arroga la potestad de determinar el rumbo a seguir de una sociedad, cualquier intento de lograr la justicia desaparece. Al ser cooptado el Estado por grupos de interés la “justicia” se constituye como el poder que ejercen los más fuertes sobre los más débiles. Los sistemas democráticos reflejan aparentemente el sentir y deseo de las mayorías, pero que así sea, no significa que se esté en lo correcto. En la democracia puede también establecerse una dictadura de las mayorías. Las multitudes que no se constituyen como sujetos críticos son fácilmente manipulables por sectores hegemónicos. Tal situación obstaculiza el desempeño de la sociedad y, desde luego, su desarrollo.

Justicia es brindar la posibilidad de desarrollo, en todos los órdenes, para cada individuo, dentro de un ambiente de libertad, con el objetivo de alcanzar la armonía sin la necesidad de un ente represivo.


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